Don Casiano Alfonso propició y favoreció el crecimiento socioeconómico de Las Galletas.

Casiano Alfonso Hernández perteneció a una de las familias que conformaban la burgesía agraria sanmiguelera dueña del suelo de la plataforma costera de Las Galletas, de ahí la especial vinculación de este lugar con el municipio de San Miguel.

En las Galletas, Don Casiano Alfonso  tenía su residencia de verano, aunque pasaba también grandes temporadas por tener aquí intereses económicos. La zona de El Porís, en Las Galletas, se convirtió en puerto de salida de la producción agraria de este espacio, lo que activó el crecimiento de la población y su desarrollo urbano.

Don Casiano cedió el terreno para construir un pozo de agua (1934) para el vecindario de Las Galletas,  construyó la ermita de San Casiano (se construye finales años  20  pero se bendice oficialmente en 1932 del siglo XX), cedió terreno para la construcción del campo de fútbol para los vecinos del lugar (actual Parque Urbano). Contribuyó e impulsó las fiestas del pueblo. Impulsó la mejora de las vías de comunicación.  En una época (primeras décadas del siglo XX) en la que el aislamiento y abandono por parte de las corporaciones municipales de Las Galletas era evidente, Don Casiano Alfonso favoreció y contribuyó por distintos motivos, en la dotación de infraestructuras y en atenuar el desapego sociosanitario y económico.  Junto a él, los más destacados vecinos de San Miguel, propietarios del territorio de la plataforma costera de Las Galletas (Rosario Alfonso Gorrín, Petra Bello Rodríguez, Teófilo Bello Rodríguez, José Peña Hernández, José Bello Feo, etc.), crearán unos vínculos económicos y sociales entre la población que vivía en este lugar y el municipio de San Miguel, lo que a la larga tendrá consecuencias negativas para Arona, al ver cómo vecinos de Las Galletas en 1948 pedía la segregación de Arona para incorporarse a San Miguel. Y es que en Las Galletas existían muchos lazos socioeconómicos e incluso sentimentales con el pueblo de San Miguel: Se ejercen labores de patrocinio, promovían y organizaban las fiestas, los servicios religiosos dependían de la iglesia de San Miguel, el locutorio telefónico de Las Galletas en 1935 enlazaba con la estación de San Miguel, lo que obligaba a los abonados de Arona que quisieran conectar con Las Galletas abonar una conferencia para hablar con una parte de su municipio. Pero también este intento de segregación era por la ambición política y económica de la gran terratenencia sanmiguelera que tenían poder político en San Miguel gracias a su  poder económico con intereses en sus plantaciones aroneras y que veían el puerto de El Porís en Las Galletas como su salida natural al mar, por ello estaban muy interesados en dotar de infraestructuras este núcleo costero.

La labor de Don Casiano Alfonso fue reconocida por los vecinos de la zona, por eso, solicitaron al ayuntamiento en 1952,  designar una calle con su nombre. Así, desde 1953 se realiza el descubrimiento de la calle Casiano Alfonso Hernández.